El Ego necesita seguridad - Albert Cruells
Es el “Yo”, nuestra parte psicológica, es el Ego el que necesita seguridad. Desde esta seguridad accionamos la mayoría de veces, pero si nos observamos en profundidad, veremos que la seguridad no existe, que es algo ilusorio.
Esto lo entendemos intelectual y conceptualmente, ya que sabemos que, por mucha seguridad que tengamos en algo, siempre puede haber una pieza que falle y nos desmonte eso de lo que estamos tan seguros.
Lo hemos vivido en muchas ocasiones -quizá en demasiadas-, por lo que, por nuestra propia vivencia, podemos afirmar que no existe la plena seguridad, pero aún así continuamos buscándola en la mayoría de nuestras acciones.
Analicemos en profundidad este concepto de seguridad. Entremos en él, no conceptualmente, no sólo desde el entender sino pongámoslo en la experiencia.
¿Qué es la seguridad?
Estamos hablando de la seguridad psicológica, de la seguridad del ego, no de la seguridad de supervivencia física.
Por ahora no nos adentraremos en la energía del miedo -aunque es una parte importante en esa búsqueda de seguridad-, sino que vamos a profundizar en la necesidad de seguridad.
Si nos observamos, podremos ver cuáles son las creencias arraigadas en nosotros, y que son las imágenes que tenemos de nuestro entorno, de los demás y de nosotros mismos las que nos dan esta sensación de seguridad y certeza de algo.
Pero, a la vez, sabemos por experiencia que no hay nada seguro, que todo es incierto, que lo que hoy es así mañana puede no serlo…
¿Dónde queda entonces la seguridad? Eso que tanto buscamos y que sabemos con certeza que no existe.
El pensamiento
Intentemos observar el pensamiento, cómo se mueve ese pensamiento sobre la seguridad y cómo esta instalado en nuestro campo psicológico.
Cómo nos proyecta a través de nuestros anhelos de tener un buen empleo, tener dinero, tener amor, los hijos, los amigos, los padres, etc., todo eso que sentimos que nos da seguridad.
Y a la vez, en todas nuestra acciones cotidianas, buscamos esa seguridad, buscamos que todo esté bajo control y acorde con nuestros deseos y expectativas.
Vemos la vida y nuestro entorno a través de esas imágenes mentales formadas en nuestra psique y anidadas en creencias individuales y sociales muy ancladas.
Creencias que nos hacen sentir seguros, protegidos de sentir los vacíos que pueden surgir por no “tener”, pero esas imágenes son ilusorias, no son reales.
Cada uno de nosotros piensa que estas creencias son correctas porque así están instauradas en nuestro entorno social y que nos apartan del sufrimiento, de la desesperación, de la frustración. Por eso vivimos en la eterna ecuación Hacer-Tener-Ser.
Pero, ¿por qué estas imágenes egoicas se vuelven tan reales?
La respuesta es bastante simple aunque difícil de observar. Creemos en su realidad por nuestros patrones de creencias y, en bastantes ocasiones, por nuestras experiencias.
El ego necesita seguridad, necesita saber qué va a ocurrir y no puede admitir los “no sé”, el ego necesita saber que no va experimentar la pérdida tanto emocional como material.
Tenemos muy arraigado que el dolor no es correcto, que algo ha salido mal en nuestro caminar cotidiano y, en consecuencia, que no somos “buenos”.
No somos lo que los demás esperan de nosotros o lo que esperamos de nosotros mismos -ahí aparece otra imagen- y, ante la experiencia de frustración vivida.
Buscamos encarecidamente no volver a sentirnos débiles y conseguir las expectativas que deseamos, no permitiéndonos romper las creencias limitantes para salir de nuestro mundo conocido, salvo que sepamos que el resultado será correcto.
La imagen mental
Si entendemos que la seguridad está basada en la imagen mental que tenemos de algo, también entendemos que es una idea, una conclusión, un símbolo.
Si aceptamos eso, no sólo como algo teórico y conceptual sino hasta al punto de comprender que el “hecho” es que tengo alguna creencia y observarla, ver el movimiento del pensamiento y qué memorias activas levanta en nuestra mente.
En consecuencia, qué emociones se disparan cuando tenemos esa sensación de “no seguridad”, podremos sacar esta creencia a la luz y pasarla al consciente posibilitando así poder verla desde otra perspectiva.
Cuando somos conscientes, comprendemos y sentimos realmente en nuestro interior que no debemos tener creencias ni imágenes porque no son reales -no solo conceptualmente, sino anclándolo en nuestra psique-.
Convertimos la abstracción de la idea en una percepción real. Sólo así podremos ver la creencia en toda su profundidad y esencia y ver la ilusoria realidad de la imagen.
A partir de ahí, podremos transformar y erradicar esas creencias como todo lo que envuelve la búsqueda de la seguridad.
— Albert Cruells
Charla de Albert Cruells en la Formación de Terapia Transpersonal