Que es el Miedo ¿Es real? - Albert Cruells
En muchas ocasiones a lo largo de la vida sentimos miedo, esa emoción básica, pero en raras ocasiones profundizamos en ella e intentamos investigar de dónde arranca en realidad.
Para empezar a entender verdaderamente que es el miedo, debemos entrar en nuestra psique y, desde allí, podremos observar que en realidad hay dos tipos de miedo que, aunque emocionalmente son muy parecidos, sus procedencias son totalmente distintas.
Uno es el miedo de supervivencia, el miedo racional, el que nos ayuda a seguir vivos, a no lastimarnos y salvaguarda nuestra integridad física.
Ese es el miedo a quemarse, a morir traumáticamente, a enfermar, a que nos arrolle un coche en la calle y un largo catálogo de miedos que normalmente se palian con prudencia y atención.
Estos estos miedos están basados en lo que sucede en el acontecer diario y cotidiano, son miedo concretos, no abstractos.
Pero también existe el miedo abstracto o psicológico. Es de este del que vamos a hablar, porque es, para la mayoría de las personas, el más importante.
Así como el miedo racional nos lleva a la acción, el miedo psicológico nos lleva a la inacción o a la toma de decisiones desde un perspectiva de temor.
En este miedo vamos a profundizar e intentaremos verlo en cada uno de nosotros, no desde la palabra y el concepto sino dentro, en nuestras las decisiones y acciones que diariamente tomamos, en el fluir de esta emoción y todo lo que nos provoca.
Las caras del Miedo
Debemos observar todas las caras del miedo, ver sus muchas manifestaciones y, sobre todo, cómo se muestra en nosotros, cómo levanta muros que limitan nuestra forma de percibir y gestionar nuestra vida cotidiana.
Observar cuál es su procedencia y cómo se mantiene muy latente en cada uno de nosotros.
Para ello es imprescindible escanear todas nuestras memorias activas y darnos cuenta de cómo, en la mayoría de ocasiones, el miedo arranca de hechos y situaciones pasadas que no queremos que vuelvan a ocurrir, situaciones en las que hemos sentido la pérdida, el dolor, la frustración o la tristeza.
No queremos volver a sentir estas emociones, pero sobre todo no queremos ni aceptamos la incertidumbre de no saber qué pasará , por lo que proyectamos los resultados de lo que vivimos en el futuro.
Es en este juego donde abrimos la puerta al miedo.
Nos volvemos temerosos del futuro, y aparecen los “no puedo”, “no soy capaz”, “no me atrevo”, “qué sucederá”, “y si no sale bien”, etc.
Cuando tomamos consciencia de desde dónde tomamos las decisiones para accionar en la cotidianidad y la actitud con la que las tomamos, veremos que siempre están condicionadas por los muros que el miedo levanta, lo que anula la posibilidad de una visión total y de poder abrirse completamente al mundo de todas las probabilidades.
No nos damos cuenta de que somos nosotros mismos los que las cerramos, quedándonos solo con una muy pequeña parte de ellas.
Ni siquiera las contemplamos, los muros de la psique no nos permite ver su totalidad.
El pensamiento
El miedo siempre se mueve en este campo del pensamiento porque en realidad pertenece a él y no a la emoción, que sólo es consecuencia del pensamiento que abre el miedo.
Se mueve en el espacio temporal pasado-futuro y nace, como he comentado, de las memorias activas que están ancladas en nuestro campo psicológico ilusorio, en este campo que llamamos ego.
Es aquí donde podemos encontrar una clave importante para poder empezar a identificar el miedo y ver qué ocurre en nosotros cuando ponemos el miedo en la acción pura, en el instante; observar qué ocurre cuando bajamos el miedo del plano del pensamiento, de lo abstracto, y lo colocamos en el plano de lo concreto, de la vivencia.
Sorprendentemente, vemos que desaparece… No hay miedo, hay acción y vivencia, hay atención plena al instante de ahora. Aquí tenemos la clave.
Con la comprensión de este mecanismo acompañado por la valentía y una actitud más ligera, podemos accionar con una visión mucho más amplia, podremos movernos por la vida de una manera distinta, sin muros ni memorias pasadas que nos condicionen.
Cuando estemos dispuestos a no dejar que la marea de pensamientos de incertidumbre al resultado futuro aborde nuestra mente y nos centremos en el propio instante de la vida, perderemos el “miedo a sentir miedo”, tomando una nueva manera de accionar en nuestra vida cotidiana.
Ahí podremos vivir desde la libertad, la confianza, el agradecimiento, libres de las cargas y memorias pasadas que tanto nos condicionan.
— Albert Cruells
Charla en la Formación de Terapia Transpersonal
Escuela Holística Transpersonal de Camino Conciencia
“El miedo marca la forma de percibir los acontecimientos y determina nuestras acciones cotidianas pero, en realidad, es un fantasma de nuestra mente que teme a lo desconocido, a lo que será, a la incertidumbre y a la pérdida; por ese motivo buscamos constantemente esta otra ilusión que llamamos seguridad.”
— Albert Cruells