Muchas personalidades habitan en nuestra mente, esta reflexión – Los siete egos – nos muestra la complejidad de esa parte de nosotros que llamamos “ego”, esas parcelas con su memoria y vida propia que están incrustadas en nosotros. En este cuento nos habla el ego de la tristeza, el ego del odio, el de la alegría, el del amor, el tormentoso, el de la imaginación, el solitario. Tantos egos como parcelas tenemos.
— Albert Cruells
Los siete egos - Gibran Khalil
En la hora más silenciosa de la noche, mientras estaba yo acostado y dormitando, mis siete egos se sentaron en rueda a conversar entre susurros, en estos términos:
El primer Ego:
-He vivido aquí, en este loco, todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.
El segundo Ego:
— Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados danzo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se rebela contra tan fatigante existencia.
El tercer Ego:
— ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la tea llameante de salvaje pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.
El cuarto Ego:
— El más miserable de todos vosotros soy yo, pues sólo me tocó en suerte el odio y las ansias destructivas. Yo, el ego tormentoso, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que tiene más derecho a protestar por servir a este loco.
El quinto Ego:
— No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado… soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.
El sexto Ego:
— Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y ansiosa mirada va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y eternos… Soy yo, el solitario, el que más motivos tiene para rebelarse contra este inquieto loco.
El séptimo Ego:
— ¡Qué extraño que todos os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado!
Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanáis recreándoos en la vida.
Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?
Al terminar de hablar el séptimo ego, los otros seis lo miraron con lastima, pero no dijeron nada.
Al hacerse la noche mas profunda uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.
Solo el último de los siete egos —el séptimo— permaneció despierto, mirando y atisbando a la nada que está detrás de todas las cosas.
— Gibran Khalil