Este cuento, Las cuatro ranas, te invita a reflexionar sobre si verdaderamente sabes o sabes a medias.
En la mayoría de ocasiones creemos saber todo sobre cualquier cuestión y no nos damos cuenta que nuestra verdad – que creemos tener toda la razón – simplemente es parcial.
Defendemos nuestra verdad desde una parcialidad apoyada en nuestras creencias no permitiendo escuchar la parcialidad del “oponente”.
Esta reflexión nos invita a ver en nosotros que solo tenemos una parte de la verdad.
Si fuéramos capaces de integrar la parte de verdad de los demás, seriamos mucho más sabios.
— Albert Cruells
Las cuatro ranas - Gibrán Khalil
Estaban cuatro ranas sentadas sobre un grueso tronco de leña que flotaba a la orilla de un anchuroso río.
Una ola furiosa arrastró al tronco hasta la mitad del río, donde la corriente lo condujo con el curso del agua.
Alborozáronse las ranas por el encanto de su expedición comenzaron a saltar sobre el tronco porque jamás se vieron navegar mar adentro.
Pasado un momento de silencio la primera rana gritó:
— ¡Qué tronco más curioso y extraño! Mirad, compañeras, cómo viaja igual que los seres vivientes. Jamás he visto ni oído hablar de cosa tan parecida.
La segunda rana dijo :
— Este tronco no camina, se mueve, amiga mía; y tampoco es extraño y curioso como te lo has imaginado.
Las aguas del río que corren de por sí hacia el mar conducen con ellas a este tronco que a su vez nos conduce con él.
La tercera rana dijo:
— No, por mi vida, compañeras, os equivocáis. Es una divagación la vuestra. Ni el río se mueve, ni el tronco.
Es nuestro pensamiento el que se mueve dentro de nosotros y él es quien nos conduce a creer en el movimiento de los cuerpos inmóviles.
Discutieron largamente las tres ranas sobre qué era lo que se movía en realidad, llenando la quietud del río con sus gritos y su perturbador croar.
Como no llegaron a ningún acuerdo…
Pidieron la opinión de la cuarta rana.
Esta, que hasta entonces no había dicho esta boca es mía, sino que las escuchaba con atención, habló de la siguiente manera:
— Todas vosotras habéis tenido razón, compañeras, y ninguna se ha equivocado en sus razones.
El movimiento está en el río tanto como en el tronco, como en nuestro pensamiento al mismo tiempo.
Este fallo conformó a las tres ranas en disputa, porque cada una quería tener la razón.
Cuéntase que lo que sucedió después del fallo de la cuarta rana fue cosa curiosa en el reino.
Las tres ranas hicieron la paz entre ellas y en un conciliábulo ejecutivo resolvieron echar a la cuarta rana al río.
Y la arrojaron al agua.
— Gibrán Khalil