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El cambio empieza en ti, tu eres el cambio

Este cuento zen – Desterrando a un fantasma – nos invita a la reflexión y observación de todo aquello irreal – fantasmas – que habita en nuestra mente y que nos condiciona en nuestra vida cotidiana con miedos y creencias profundamente ancladas en nosotros.

No tenemos que desterrar un fantasma de nuestra mente, sino a muchos.

Todo lo que tenemos ubicado en nuestra mente abstracta – ego – no puede vivir en el mundo de lo concreto, en el campo de la acción, simplemente desaparece.

— Albert Cruells

Desterrando a un Fantasma - Cuento Zen

Desterrando a un Fantasma - Cuento Zen

La esposa de un hombre estaba muy enferma y en su lecho de muerte le dice,

—¡Te amo demasiado! No quiero dejarte y no quiero que me traiciones. Promete que no verás otras mujeres cuando yo muera o volveré para rondarte.

Durante varios meses después de su muerte el marido evitó a otras mujeres, pero conoció a alguien y se enamoró.

En la noche que se comprometieron, el fantasma de su difunta esposa se le apareció.

Ella lo acusó de no cumplir con la promesa, y volvió todas las noches para atormentarlo.

El fantasma le recordaba todo lo que habían pasado él y su prometida ese día, hasta el punto de repetir, palabra por palabra, las conversaciones que habían tenido.

Esto lo trastornó tanto que no pudo dormir nada.

Desesperado buscó el consejo de un maestro Zen que vivía cerca del pueblo.

—Este fantasma es muy listo, dijo el maestro luego de oír la historia del hombre.

—¡Lo es!, contestó el hombre. Recuerda cada detalle de lo que dije e hice. ¡Lo sabe todo!

El maestro sonrió.

—Deberías admirar a un fantasma así, pero yo te diré qué hacer la próxima vez que aparezca.

Esa noche el fantasma regresó. El hombre hizo exactamente lo que le había dicho el maestro.

—Eres un fantasma muy sabio, dijo.

—Sabes que no te puedo esconder nada. Si puedes responderme una pregunta, romperé el compromiso y permaneceré soltero por el resto de mi vida.

—Haz la pregunta”, contestó el fantasma.

El hombre sacó un puñado de frijoles de una gran mochila que estaba en el piso y le dijo

—Dime exactamente cuantos frijoles tengo en mi mano.

En ese momento el fantasma desapareció y no volvió nunca más.

— Cuento Zen

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